LA CONTROVERSIA DEL DIEZMO

    06.01.23 | Resources, Articles, Artículo | by Roberto S. Cambrany

    LA CONTROVERSIA DEL DIEZMO

    INTRODUCCIÓN
    La enseñanza del diezmo desde la perspectiva de la gracia del Nuevo Pacto no es nada del agrado de los cristianos que viven bajo el sistema legalista del Antiguo Testamento. Al igual que los fariseos en tiempos de Cristo, los cristianos legalistas del día de hoy se encienden en rabia al escuchar un mensaje diferente al que ellos están acostumbrados, es decir, el mensaje de la gracia y la libertad que hay bajo el Nuevo Pacto. Siempre donde se predica la gracia del Nuevo Testamento hay personas que se aterran de escuchar lo que a ellos les parece un mensaje que le da al creyente una “licencia para pecar” y para no obedecer al Señor. Es muy obvio de que estas personas nunca han experimentado al Cristo vivo viviendo Su vida dentro de ellos, pues si así fuera nunca llegarían a una conclusión tan absurda. Cuando venimos a la enseñanza del Diezmo dentro del ámbito cristiano-evangélico, es importante entender lo que la Biblia enseña respecto a esta práctica. Por muchos años el Diezmo se ha venido
    enseñando y aceptando como algo que es para todo cristiano el día de hoy. Y se enseña que si tú no
    das el diezmo no eres un buen discípulo de Cristo, no eres un buen cristiano, pues se ha dado por hecho
    de que todo buen cristiano debe dar su diezmo para obedecer y agradar al Señor.
    Definición: Diezmo viene de la palabra diez. El diezmo es el 10% de todo tu salario que recibes. Los
    que enseñan el diezmo enseñan que lo puedes dar de acuerdo a la frecuencia con que recibes tu pago.
    Es decir, si lo recibes semanal, se supone que des tu diezmo semanalmente, si recibes tu pago
    quincenal, lo darás quincenalmente. No importa cuando lo des, lo que importa es que des el 10% de
    todo lo que ganas.
    El ser humano es corrupto en su naturaleza. La Biblia habla de la existencia del pecado en el ser
    humano. Cuando venimos a Cristo Jesús, tenemos el poder para que el pecado sea controlado por la
    vida de Cristo viviendo dentro de nosotros. Tristemente, no todos los que profesan ser cristianos en
    realidad son cristianos, sino que son falsos cristianos que se aprovechan de la ignorancia e ingenuidad
    de creyentes sinceros. Existen pastores con se aprovechan de la enseñanza del diezmo para vivir vidas
    llenas de arrogancia y opulencia. Pastores con carros lujosos, vistiendo ropas caras, relojes sumamente
    costosos, zapatos que cuestan lo que sería el salario que necesita una familia para sobrevivir por unos
    días, estos líderes espirituales viven como reyes por encima de todos los miembros de su congregación.
    No hay nada de malo en que un pastor tenga un auto, o ropa, u otras cosas. Lo que es totalmente
    deshonesto es que usen la piedad como medio de enriquecimiento personal. Pastores que reciben
    como salario el diezmo de todos los diezmos que da su congregación. Esto llega a ser un salario
    sumamente elevado que es desproporcionado en relación al trabajo que desempeña.
    No es nuevo escuchar pastores predicando el “evangelio de prosperidad” usando su aparentemente
    razonable declaración de: “No es la voluntad de Dios que seamos pobres. Dios quiere que seamos
    ricos”. Esto sonará muy bueno, pero no tiene nada que ver con lo que la Biblia enseña. “Mándame
    tanto de dinero si quieres pisarle la cabeza al Diablo” “Si quieres realmente hacer enojar a Satanás
    mándame un cheque por tanto”. “Si tu envías tanto de dinero, Dios te dará el doble, el Señor te lo
    multiplicará”.
    ¿Cuál es la realidad? Pues que el único que se enriquece y el único a quien Dios parece bendecir es el
    pastor o el predicador que está pidiendo el dinero. Yo le diría a estos pastores que, si en realidad
    quieren que su congregación reciba bendiciones financieras denle a una familia de la iglesia el dinero que recibe este pastor por un mes y que él se vaya a trabajar y a ganar el salario de esa familia de la
    iglesia. Y que así se vaya dando la oportunidad a cada familia de la congregación para que todos
    reciban la bendición también.

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